martes, 14 de agosto de 2007

Desde abajo y a la izquierda

Principios directivos para una nueva corriente en el movimiento social

Luis Salazar*

Ubicar el movimiento social dominicano sobre nuevas bases organizativas, programáticas, metodológicas y políticas, implica construir, a su interior, nuevas corrientes, portadoras de nuevos principios.
A este respecto, la idea más importante es la de que el pueblo no es una anticipación, sino el resultado de la participación directa, sin mediaciones, de éste en sus luchas; lo que hemos llamado la autoconstitución del pueblo. Sólo un proceso de este tipo genera los programas, las organizaciones, la formación, los liderazgos y las movilizaciones que respondan fielmente a sus intereses. Colocar al pueblo como sujeto de sus propias luchas, es lo central.
Para alcanzar este propósito, la cuestión de los métodos se convierte en fundamental. Y en este sentido, el criterio decisivo es el de promover la democracia directa, a través de formas asamblearias de participación, que permitan el debate, la decisión, y el control colectivo de las tareas.
En el caso de las organizaciones existentes, poseedoras de una tradición y de un sedimento cultural propio, es necesario priorizar el trabajo en las bases, estableciendo la necesidad de que estas se involucren en el día a día de su organización, y de que sus direcciones respondan fielmente a las aspiraciones de los de abajo. En estos casos, lo esencial es romper con la inercia que promueven los dirigentes, al sustituir a los que no son parte de ella, en la toma de decisiones y la participación.
Otro aspecto importante es el de implementar la formación política, partiendo de los elementos que arroje la propia práctica, y enriqueciéndose con los aportes teóricos y políticos que no necesariamente surgen del propio accionar.
Por último, está la necesaria politización del movimiento social, entendido como la construcción de una visión unitaria y global de los explotados acerca de su misión en la sociedad, de las tareas que se derivan de ella.
* el autor es militante revolucionario
Desde abajo y a la izquierda

Balance del conflicto social Enero-Abril del 2007 (3 de 3)

Luis Salazar*

Balance y tareas
Los datos aportados, nos obligan a reiterar que el rasgo esencial del movimiento social en nuestro país es su carácter local. Dentro de este marco, es el aspecto territorial el que se destaca, y se expresa en la preeminencia de los sectores sociales que se mueven en el aquel escenario (pobladores, iglesias, las organizaciones de coordinación provincial o municipal, choferes, etc.), en el uso de métodos de luchas que los expresan (marchas y movilizaciones, paros, vigilias y piquetes), y en las demandas que esos sectores levantan (obras comunitarias, seguridad ciudadana, apagones, etc.).
Durante el período que analizamos, se produjo un ciclo de ascenso de las luchas sociales, que alcanzó su punto más alto entre los meses de Febrero y Marzo. Este ciclo ha estado sostenido en dos oleadas de movilizaciones: una de tipo local, centrada en las reivindicaciones concretas y sentidas por comunidades y sectores sociales; la otra, de tipo nacional, por la calidad de las demandas o por la repercusión de la movilización del sector que la encabeza.
Entre una y otra no existe un nexo lineal, ni mecánico; sin embargo, los cursos y desarrollos de cada una ejercen una influencia positiva o negativa en la otra.
Lo que debemos explicarnos es porque el movimiento desciende a partir de Abril. Nuestra hipótesis, a este respecto, es que las luchas de alcance nacional (aumento salarial, subsidio al transporte, seguridad social), entraron en una fase defensiva o de franca derrota, lo cual permitió una desaceleración del ritmo de las luchas a nivel nacional, y a todos los niveles.
Veamos.
La lucha por el aumento salarial
La dinámica desarrollada por los sindicalistas estuvo centrada en la negociación-rebaja de las demandas-desmovilización de los trabajadores y trabajadoras, lo cual, frente a unos patronos agresivos e insensibles, determinó un resultado desfavorable.
El privilegio a la negociación se realizó en un escenario institucional y legal totalmente desfavorable a los intereses de los trabajadores, con mediadores que no eran tales, sino representantes de los patrones, en detrimento de la movilización de sus bases; debido a ello, sólo se llegó a realizar una que otra marcha, pero la lucha directa de los trabajadores y trabajadoras no estaba en el horizonte de los dirigentes del sector sindical.
El resultado obtenido, después de meses de conciliación con los patrones, fue un aumento salarial pírrico, y la división de los propios sindicalistas ante esta situación.
La lucha por el subsidio al transporte
El otro sector que encabezó un arduo proceso de reclamos fue el de los empresarios y trabajadores de transporte colectivo. A principios de año, luego de sellar el pacto entre los diferentes gremios del sector, y de realizar varios paros parciales exitosos, este sector se preparaba para un gran paro nacional; pero fue suspendido para iniciar negociaciones con el gobierno. Esto le dio un respiro al gobierno, y le permitió pasar a la ofensiva en dos frentes simultáneos.
El primero de ellos fue la división del movimiento, creándose, con el auspicio del gobierno, una organización paralela a las existentes.
El otro frente fue el de la represión. El sometimiento a la justicia de varios dirigentes del sector transporte, los colocó en una situación defensiva, en un escenario donde el gobierno tiene una cuota de poder importante. Este sometimiento judicial permitió al gobierno desatar una campaña contra las movilizaciones de los transportistas, comparándolas a los actos de terrorismo, profundizando el descrédito de que posee este sector en amplios sectores de la población. Imposibilitados de levantar un nuevo proceso de paros en esas condiciones, la huelga de hambre de Juan Hubieres fue un intento infructuoso de contrarrestar la ofensiva del gobierno.
A partir de esta situación, los transportistas se vieron en la necesidad de negociar bajo condiciones adversas, resultado de los cual fue el aumento de los precios de los pasajes, en detrimento de los usuarios del transporte público, que son en su gran mayoría los trabajadores y trabajadoras del país.
Está claro que ambos procesos de lucha no alcanzaron las demandas que se proponían, y que fueron derrotados. Pese a los acercamientos que se produjeron entre varias de las organizaciones involucradas en las movilizaciones, las acciones unitarias llevadas a cabo, que fueron pocas, no tuvieron la fuerza para producir un resultado diferente.
Fortalecer lo local, integrar los más explotados, y privilegiar la lucha desde abajo y desde dentro
El fortalecimiento de los escenarios locales de organización y movilización popular es la clave para producir esfuerzos sostenidos de participación y concienciación.
Es en estos espacios donde la gente expresa con mayor facilidad sus demandas, donde es más fácil la participación y el control de los dirigentes.
Los esfuerzos nacionales que no se apoyan en procesos ascendentes, territoriales y sectoriales, de movilización y participación social, tienden a aislarse y a ser fácilmente mediatizados mediante negociaciones entre élites.
Debemos buscar la integración de cada vez mayores sectores populares a la búsqueda de soluciones a sus problemas específicos, entre ellos a los más pobres y explotados, los que tradicionalmente son excluidos de la participación.
Los procesos de lucha deben partir de la intervención activa y directa de las bases de las organizaciones existentes, constituyéndose las direcciones en expresiones fieles de los mandatos de aquellas.






* el autor es militante revolucionario
Desde abajo y a la izquierda

Balance del conflicto social Enero-Abril del 2007 (2 de 3)

Luis Salazar*


Los sectores sociales
Los sectores sociales e institucionales que motorizan las acciones reivindicativas siguen siendo los mismos que los del año anterior: pobladores (38%), organizaciones de coordinación nacional, regional o local (11%), maestros (10%), estudiantes (9%), y las iglesias ((9%). En este caso, la novedad es la presencia significativa de sectores religiosos en las movilizaciones populares. La disminución porcentual en el caso de los choferes, de un 14% en el 2006 a un 6% en el 2007, quizás tenga que ver con el hecho de que las acciones de este sector se concentraron en acciones de alcance nacional, más que en las locales. Recordemos que a principios de año, se produjo la unificación de los más importantes gremios del transporte, dando como resultado la formación del Consejo Empresarial y Sindical de Transporte Colectivo (CONSETRAN), lo cual dio un impulso a la lucha de ese sector por el establecimiento de un subsidio al transporte.


Los métodos de lucha
También, en este renglón, se mantiene la misma línea del año anterior: en primer lugar, las marchas y movilizaciones (48%), seguidas por las huelgas o paralización en el lugar de trabajo (14%), los paros barriales o territoriales (13%), y las vigilias y piquetes (12%).
Tanto en relación a los sectores sociales, así como a los métodos de lucha, la preeminencia de lo territorial es clara. Los intereses e identidades comunes, que se generan a partir del barrio o de la comunidad, se constituyen así en el estímulo principal para la organización de los procesos de lucha en el país.

Las demandas
El reclamo por la realización o terminación de obras locales (escuelas, carreteras, calles, etc.) es por mucho la principal demanda, tanto del mismo período del 2006 (27%), como del 2007 (28%). Las demandas que le siguen son: seguridad ciudadana (8% y 13%, respectivamente), salarios/condiciones de trabajo (14% y 11%), y apagones/tarifa eléctrica (10%).
Se reitera el hecho de que la mayoría de las demandas están dirigidas al Estado, y en segundo lugar, a los empresarios, en el caso del aumento de salarios, la terminación de los apagones y rebaja de la tarifa eléctrica.
* el autor es militante revolucionario
Desde abajo y a la izquierda

Balance del conflicto social Enero-Abril del 2007 (1 de 3)

Luis Salazar*

Introducción
Como habíamos prometido (Iniciativa #23, Conflictos sociales en el 2006: balance y retos, págs.6-7), continuamos la publicación de los datos acerca de las luchas sociales ocurridas en el país, esta vez, durante el primer trimestre del año en curso.
Tal y como afirmábamos en aquella ocasión, las informaciones han sido recogidas de las páginas electrónicas de los periódicos nacionales, aunque estos medios no recogen todos los casos de movilización popular, sin embargo, entendemos que esto no hace variar las tendencias fundamentales que expresan la dinámica en que se desenvuelve el movimiento social dominicano. La interpretación de los datos obtenidos, la hemos agrupado en cuatro aspectos fundamentales: la división geográfica de los conflictos, los principales sectores sociales en lucha, los métodos de lucha más usados, y las demandas más enarboladas.
Al final, intentamos sacar algunas conclusiones, que nos permitan contribuir al enfrentar los desafíos que tiene el movimiento social en la República Dominicana.
Los conflictos por regiones
El aspecto más significativo de lo ocurrido durante los primeros cuatro meses del año es el incremento continuado de las luchas sociales en todo el territorio nacional. De acuerdo al Cuadro No.1, durante los primeros tres meses se produjo un ascenso sostenido de las acciones (Enero: 12, Febrero: 36, Marzo: 38), para disminuir sensiblemente en el mes de Abril (17). Más adelante, trataremos de explicar este descenso dentro del ciclo general.
Si comparamos estos datos con igual período del año pasado (ver el Cuadro No.2), el total de acciones de este año (102) supera ampliamente las del año pasado (47). Dentro del cuatrimestre, Marzo es el mes donde se han registrado una mayor cantidad de conflictos (38), seguido por Febrero (36). Es sumamente significativo, que el año pasado se produjo, y en igual período, un ascenso similar al de este año, comenzando en Enero, para bajar en Abril, pero sin volver al ritmo inicial.
La región Norte continúa siendo la de mayor conflictividad social (2006: 19 acciones para un 40% del total del período; 2007: 45 acciones para un 44%). A diferencia del año anterior, la región Sureste (donde está incluido el Distrito Nacional y la Provincia de Santo Domingo) ocupa el segundo lugar con 39 hechos, para un 38% del total. Y en último lugar, se encuentra la región Suroeste: 14 acciones (14%).
De los acontecimientos de impacto nacional (luchas por el aumento salarial, por el subsidio al transporte, y todo lo relacionado a la seguridad social), se han registrado sólo 4, igual número que los del año anterior, aunque para el 2007 representan un 4% del total del cuatrimestre, contra un 9% del 2006. Es decir, mientras se han acrecentado las acciones locales y sectoriales, las de alcance nacional se han mantenido estáticas, bajando su importancia porcentual en relación al año 2006.
* el autor es militante revolucionario
Desde abajo y a la izquierda

Luis Salazar*
Electoralismo

Alcanzar el poder implica construir y potenciar fuerzas sociales capaces de generarlo

El electoralismo es la peor desviación que amenaza a las fuerzas políticas revolucionarias que participan en un proceso electoral. Puede presentarse de dos formas:

La primera de ellas son las ilusiones electorales, es decir, la sobrevaloración de lo que puede lograrse a través de la participación en el proceso electoral. Un ejemplo de esto es la vieja confusión entre llegar al Gobierno o alcanzar cuotas importantes de presencia en las instituciones representativas (Congreso, ayuntamientos, etc.) con tener todo el poder o tener el poder real, es decir, controlar los resortes fundamentales de poder. Lo primero no necesariamente implica lo segundo; alcanzar el poder implica construir y potenciar fuerzas sociales capaces de generarlo.

La segunda forma en que puede presentarse el electoralismo consiste en asumir la lucha electoral como una contienda entre partidos, entre políticos profesionales, dejando de lado, durante el proceso electoral, al pueblo, sus luchas y demandas.

La cultura política dominante (la de la clase dominante) tiende a excluir de la política todo aquello que no tenga que ver con los partidos, sus camarillas, clientelas e intereses propios, integrando las demandas populares solo cuando sean necesarias para mantener su dominación.

Por eso se tiende a presentar el proceso electoral como una cacería de electores, de adherentes, mediante un proselitismo puro y simple. No obstante, las elecciones deben trascender la búsqueda de votos; deben ser el momento específicamente electoral del proceso de participación y concienciación popular, para la construcción de sujetos.

Para poder alcanzar ese objetivo hay que romper las barreras que separan a la gente, a sus organizaciones, de la actividad política. De igual manera, ver el proceso electoral como un escenario donde los excluidos y oprimidos, los sin partido, tienen un papel fundamental que jugar.
* el autor es militantes revolucionario
Desde abajo y a la izquierda

La Escuela Libre José Carlos Mariátegui

Luis Salazar*

Uno de los aspectos más significativos del proceso de involución política e ideológica en que se adentraron las izquierdas dominicanas a partir de los años ochenta, lo fue el proceso de disociación entre la teoría revolucionaria y la práctica política; una de las expresiones más visibles de este fenómeno fue la deserción, en unos casos, y el alejamiento de la práctica política, en otros, de la abrumadora mayoría de los intelectuales marxistas dominicanos.
Esto se tradujo en un empobrecimiento de la acción política de nuestras organizaciones revolucionarias, que no contaban con los aportes teóricos necesarios para fecundar las visiones y las prácticas; y, por otro lado, por un estrechamiento de la propia teoría que se redujo a lo potable para el sistema o que no tenía la posibilidad de verificar sus hipótesis en el gran laboratorio de las luchas sociales y políticas.
Hoy, indisolublemente unido a las demás tareas de otro tipo, se nos presenta la necesidad de reestablecer la unidad entre teoría y política de izquierda; que permita el surgimiento de nuevos colectivos de intelectuales-militantes o militantes-intelectuales, que desde sus respectivos espacios de lucha, sepan reflexionar a profundidad y con radicalidad las condiciones que las nuevas condiciones nos imponen.
Es por ello que la creación de la Escuela Libre José Carlos Mariátegui constituye un acontecimiento valiosísimo, tomando en cuenta que la iniciativa parte de un grupo de jóvenes preocupados por cambiar el rumbo de la República Dominicana; los cuales entienden que la formación de la juventud constituye una tarea fundamental de estos y de todos los tiempos.
El nombre que ostenta este nuevo espacio de formación, además de constituir un homenaje al reconocido como primer marxista latinoamericano, establece claramente la visión que animará el proceso de formación, así como el sentido de su compromiso político y social.
En todo caso, las palabras de Mariátegui deben servir de guía para este esfuerzo que recién inicia: “Otra vez repito que no soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones. Tengo una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano. Estoy lo más lejos posible de la técnica profesoral y del espíritu universitario.”

* el autor es militante revolucionario