martes, 14 de agosto de 2007

Desde abajo y a la izquierda

Balance del conflicto social Enero-Abril del 2007 (3 de 3)

Luis Salazar*

Balance y tareas
Los datos aportados, nos obligan a reiterar que el rasgo esencial del movimiento social en nuestro país es su carácter local. Dentro de este marco, es el aspecto territorial el que se destaca, y se expresa en la preeminencia de los sectores sociales que se mueven en el aquel escenario (pobladores, iglesias, las organizaciones de coordinación provincial o municipal, choferes, etc.), en el uso de métodos de luchas que los expresan (marchas y movilizaciones, paros, vigilias y piquetes), y en las demandas que esos sectores levantan (obras comunitarias, seguridad ciudadana, apagones, etc.).
Durante el período que analizamos, se produjo un ciclo de ascenso de las luchas sociales, que alcanzó su punto más alto entre los meses de Febrero y Marzo. Este ciclo ha estado sostenido en dos oleadas de movilizaciones: una de tipo local, centrada en las reivindicaciones concretas y sentidas por comunidades y sectores sociales; la otra, de tipo nacional, por la calidad de las demandas o por la repercusión de la movilización del sector que la encabeza.
Entre una y otra no existe un nexo lineal, ni mecánico; sin embargo, los cursos y desarrollos de cada una ejercen una influencia positiva o negativa en la otra.
Lo que debemos explicarnos es porque el movimiento desciende a partir de Abril. Nuestra hipótesis, a este respecto, es que las luchas de alcance nacional (aumento salarial, subsidio al transporte, seguridad social), entraron en una fase defensiva o de franca derrota, lo cual permitió una desaceleración del ritmo de las luchas a nivel nacional, y a todos los niveles.
Veamos.
La lucha por el aumento salarial
La dinámica desarrollada por los sindicalistas estuvo centrada en la negociación-rebaja de las demandas-desmovilización de los trabajadores y trabajadoras, lo cual, frente a unos patronos agresivos e insensibles, determinó un resultado desfavorable.
El privilegio a la negociación se realizó en un escenario institucional y legal totalmente desfavorable a los intereses de los trabajadores, con mediadores que no eran tales, sino representantes de los patrones, en detrimento de la movilización de sus bases; debido a ello, sólo se llegó a realizar una que otra marcha, pero la lucha directa de los trabajadores y trabajadoras no estaba en el horizonte de los dirigentes del sector sindical.
El resultado obtenido, después de meses de conciliación con los patrones, fue un aumento salarial pírrico, y la división de los propios sindicalistas ante esta situación.
La lucha por el subsidio al transporte
El otro sector que encabezó un arduo proceso de reclamos fue el de los empresarios y trabajadores de transporte colectivo. A principios de año, luego de sellar el pacto entre los diferentes gremios del sector, y de realizar varios paros parciales exitosos, este sector se preparaba para un gran paro nacional; pero fue suspendido para iniciar negociaciones con el gobierno. Esto le dio un respiro al gobierno, y le permitió pasar a la ofensiva en dos frentes simultáneos.
El primero de ellos fue la división del movimiento, creándose, con el auspicio del gobierno, una organización paralela a las existentes.
El otro frente fue el de la represión. El sometimiento a la justicia de varios dirigentes del sector transporte, los colocó en una situación defensiva, en un escenario donde el gobierno tiene una cuota de poder importante. Este sometimiento judicial permitió al gobierno desatar una campaña contra las movilizaciones de los transportistas, comparándolas a los actos de terrorismo, profundizando el descrédito de que posee este sector en amplios sectores de la población. Imposibilitados de levantar un nuevo proceso de paros en esas condiciones, la huelga de hambre de Juan Hubieres fue un intento infructuoso de contrarrestar la ofensiva del gobierno.
A partir de esta situación, los transportistas se vieron en la necesidad de negociar bajo condiciones adversas, resultado de los cual fue el aumento de los precios de los pasajes, en detrimento de los usuarios del transporte público, que son en su gran mayoría los trabajadores y trabajadoras del país.
Está claro que ambos procesos de lucha no alcanzaron las demandas que se proponían, y que fueron derrotados. Pese a los acercamientos que se produjeron entre varias de las organizaciones involucradas en las movilizaciones, las acciones unitarias llevadas a cabo, que fueron pocas, no tuvieron la fuerza para producir un resultado diferente.
Fortalecer lo local, integrar los más explotados, y privilegiar la lucha desde abajo y desde dentro
El fortalecimiento de los escenarios locales de organización y movilización popular es la clave para producir esfuerzos sostenidos de participación y concienciación.
Es en estos espacios donde la gente expresa con mayor facilidad sus demandas, donde es más fácil la participación y el control de los dirigentes.
Los esfuerzos nacionales que no se apoyan en procesos ascendentes, territoriales y sectoriales, de movilización y participación social, tienden a aislarse y a ser fácilmente mediatizados mediante negociaciones entre élites.
Debemos buscar la integración de cada vez mayores sectores populares a la búsqueda de soluciones a sus problemas específicos, entre ellos a los más pobres y explotados, los que tradicionalmente son excluidos de la participación.
Los procesos de lucha deben partir de la intervención activa y directa de las bases de las organizaciones existentes, constituyéndose las direcciones en expresiones fieles de los mandatos de aquellas.






* el autor es militante revolucionario

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